

Toda actividad de vida deja un rastro momentáneo o para toda la eternidad. Esta impronta es nuestro punto de partida. Petja no deja de ser una apología, un reflejo de nuestros rastros, desde el inicio hasta el final. Vida y muerte confluyen en este espectáculo visibilizando la existencia de los dos momentos corales que forman parte de la trayectoria de cada uno de nosotros. Y de todas las transformaciones que la modifican, incluso cuando ya no estamos. Y por eso nos preguntamos… ¿Cómo queremos vivir esta vida? ¿Cuál es la huella que queremos dejar? ¿Y cómo queremos incorporar el momento final a nuestras vidas?